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Adri

Seremos c ompletamente libres ,si nos determinamos a no consentir mas ante el pecado.

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sábado, 21 de diciembre de 2013

Vayamos con alegría y esperanza al encuentro de Jesús nuestro Salvador

Is. 7,10.14; Sal. 23; Rom. 1, 1-7; Mt. 1, 18-24
Cuando se atisba ya en el horizonte el resplandor de un nuevo amanecer en la cercanía de la Navidad aparecen en el evangelio las figuras de José y de María que nos ayudan a caminar al encuentro de esa luz, de esa paz y de esa alegría en el nacimiento del Señor.
Somos conscientes de que muchos resplandores superficiales pueden encandilarnos y confundirnos y también las oscuridades de la vida y de los problemas pueden hacer que nos parezca más negro nuestro futuro que algunas veces se nos presenta tan incierto por los problemas y las crisis que nos envuelven en la vida de cada día; pero tenemos cierta una esperanza con la que queremos caminar, una fe grande que queremos proclamar y un nuevo sentido de vida que desde Jesús sabemos que podemos dar a cuanto nos sucede.
Nada nos puede hacer perder la alegría de esa esperanza, nada nos tiene que perturbar para quitarnos la paz cuando ponemos toda nuestra confianza en el Señor. Es por ahí por  donde hemos de caminar hacia la navidad para no quedarnos en superficialidades que son el canto de un día pero que no nos dan verdadera profundidad y sentido a nuestra vida. Con Jesús podemos alcanzar una paz permanente y una alegría profunda porque en El queremos poner toda nuestra esperanza y nuestra confianza. Cuando nos disponemos a celebrar la Navidad es que queremos proclamar con toda nuestra vida que Jesús en verdad es nuestra Salvación. Esa confesión de fe tiene que estar llena de profundidad para no quedarnos en cosas externas y superficiales que no son la verdadera navidad.
Fijémonos en lo que vemos en la Palabra de Dios hoy. Hay un contraste fuerte entre la figura de Acaz que nos aparece en la primera lectura y José en el Evangelio. Históricamente el momento que nos refleja la primera lectura era un momento difícil para el pueblo de Israel y el Señor por el profeta quiere anunciar al rey cómo puede obtener la paz; pero Acaz, aunque es un hombre religioso, ha puesto su confianza no en Dios sino en las alianzas que pueda hacer entre los hombres con sus ejércitos e intereses políticos. El profeta le ofrece una señal que Acaz no termina de aceptar, pero allí queda la señal que luego para nosotros va a tener un profundo sentido mesiánico: ‘Una virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá  por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros’.
Por su parte José pasa también por un momento de crisis y de dudas. ‘María estaba desposada con José  y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo’. A José le cuesta entender, pero hemos de reconocer que, además de ser un hombre de una fe grande que pone toda su confianza en Dios, era un hombre totalmente enamorado; está  por medio el amor y no quiere hacer daño, por eso no quiere dar publicidad sino que quede todo en el secreto; quiere quedarse en segundo plano, pero Dios tiene otros planes para él.
Sabe José hacer silencio en su corazón para escuchar a Dios. Cómo tenemos que aprender a hacerlo porque algunas veces nos vemos aturdidos o por los problemas que nos van apareciendo en la vida con toda su gravedad y otras veces son ruidos superficiales los que nos ensordecen y no nos permiten percibir la voz de Dios. Cuántas cosas que nos pueden distraer. Es una imagen de ese silencio interior lo que se nos dice que en sueños se le apareció el ángel del Señor. No es una ilusión ensoñadora, sino un silencio del corazón que se abre a Dios.
‘No tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por  nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de los pecados’, le dice el ángel. Allí se le está revelando el misterio de Dios. El hijo que María lleva en sus entrañas es el Emmanuel, Dios con nosotros, como ya había anunciado el profeta y habíamos escuchado nosotros en la primera lectura de Isaías; se llamará Jesús porque es nuestra luz y nuestra Salvación. Y José dijo sí - ‘hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer’ - y entró en el plan de Dios. Entendió su misión, la misión que Dios le confiaba realizando su oficio de padre; el poner el nombre eso quiere expresar. 
Cuánto nos enseña para nuestra vida de cada día. Nos vemos envueltos en dudas y problemas que muchas veces nos afectan profundamente. Cada uno tenemos nuestros problemas y en cada corazón van surgiendo muchas veces muchos interrogantes ante situaciones que no vemos claras. Cuantos sufrimientos vemos también a nuestro alrededor en personas que vemos caminar agobiados por los problemas y parece que no tienen esperanza. Cuantos también se encierran en sí mismos porque quizá las situaciones por las que pasan les hacen verlo todo negro.
A algunas personas no les gusta oír hablar, por ejemplo, de Navidad, quizá agobiados por esos problemas o quizá porque se han creado una falsa ilusión e imagen de lo que es la navidad y cuando pasan por estrecheces o quizá se ven solos porque les faltan sus familiares más allegados con quienes en otra ocasión celebraron la navidad, ahora nos dicen que la navidad se acabó para ellos y no hay quien los saque de sus negruras y desesperanzas. ¿No pudiera suceder mucho de todo esto porque quizá hemos perdido la fe en lo que es la verdadera navidad? ¿No será  que quizá queremos hacer una navidad sin Jesús, por muchos belenes que hagamos y muchas figuritas que tengamos del niño Jesús?
Tenemos que descubrir su verdadero sentido para que podamos celebrar la navidad de forma auténtica. Y el verdadero sentido está en lo que le dice el ángel a José. Ese niño que va a nacer, ¿quién es? ‘Le pondrás  por nombre Jesús’, le decía el ángel a José, ‘porque el salvará a su pueblo de sus pecados’. Ese niño cuyo nacimiento vamos a celebrar es Jesús que es nuestro Salvador; es Jesús que es el Emmanuel, que es Dios con nosotros; es Jesús, el Hijo del Altísimo, el Hijo de Dios, que nos viene a manifestar, y de qué manera, el amor infinito de Dios por el hombre al que le ofrece su salvación.
Ahí en medio de esos problemas u oscuridades en que podamos vivir, envueltos en ese mal que atenaza nuestro mundo, nosotros vamos a celebrar que Jesús es nuestro Salvador, es la auténtica Luz que nos ilumina y da sentido a toda nuestra vida y a nuestro mundo. Tenemos que estar convencidos de esto para que podamos hacer una auténtica y verdadera navidad. Es el anuncio que nosotros, los creyentes, también tenemos que hacer a nuestro mundo, porque el mundo, todos los hombres necesitamos esa luz y esa salvación. ¿Será eso lo que en verdad celebramos y vivimos en la forma como solemos hacer navidad? ¿Esperamos y deseamos la salvación que Jesús viene a ofrecernos?
Tenemos que aprender de José y de María a quienes hoy contemplamos en el Evangelio; cómo se abrieron a Dios, hicieron silencio en su corazón para poder escuchar la voz de Dios. Necesitamos en medio de toda la barahúnda de ruidos que nos aturden estos días en que el mundo nos anuncia a su manera la navidad - cuánto consumismo, cuanta superficialidad en tantas cosas - detenernos un poco para escuchar a Dios, para prepararnos de verdad para recibir a Jesús como la verdadera esperanza de salvación para nosotros y para nuestro mundo.
Dejémonos iluminar por la Palabra del Señor. Lo necesitamos y lo necesita nuestro mundo. Es también el testimonio que nosotros los creyentes hemos de dar al mundo, el anuncio que tenemos que hacer. Vivamos esa cercanía de Dios que viene a nosotros en esa situación concreta, con nuestras oscuridades y problemas, con nuestros sufrimientos y nuestros deseos de un mundo mejor, y acojamos la salvación que el Señor nos ofrece. Preparémonos para una auténtica navidad.

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Pidamos la humildad

Oh Jesús! Manso y Humilde de Corazón,
escúchame:

del deseo de ser reconocido, líbrame Señor
del deseo de ser estimado, líbrame Señor
del deseo de ser amado, líbrame Señor
del deseo de ser ensalzado, ....
del deseo de ser alabado, ...
del deseo de ser preferido, .....
del deseo de ser consultado,
del deseo de ser aprobado,
del deseo de quedar bien,
del deseo de recibir honores,

del temor de ser criticado, líbrame Señor
del temor de ser juzgado, líbrame Señor
del temor de ser atacado, líbrame Señor
del temor de ser humillado, ...
del temor de ser despreciado, ...
del temor de ser señalado,
del temor de perder la fama,
del temor de ser reprendido,
del temor de ser calumniado,
del temor de ser olvidado,
del temor de ser ridiculizado,
del temor de la injusticia,
del temor de ser sospechado,

Jesús, concédeme la gracia de desear:
-que los demás sean más amados que yo,
-que los demás sean más estimados que yo,
-que en la opinión del mundo,
otros sean engrandecidos y yo humillado,
-que los demás sean preferidos
y yo abandonado,
-que los demás sean alabados
y yo menospreciado,
-que los demás sean elegidos
en vez de mí en todo,
-que los demás sean más santos que yo,
siendo que yo me santifique debidamente.

McNulty, Obispo de Paterson, N.J.

Tumba del Santo Padre Pio.

Tumba del Santo Padre Pio.
Alli rece por todos uds. Giovani Rotondo julio 2011

Rueguen por nosotros

Padre Celestial me abandono en tus manos. Soy feliz.


Cristo ten piedad de nosotros.

Mientras tengamos vida en la tierra estaremos a tiempo de reparar todos los errores y pecados que cometimos. No dejemos para mañana . Hoy podemos acercarnos a un sacerdote y reconciliarnos con Dios,

Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia dijo Jesus

Jesucristo Te adoramos por todos aquellos que no lo hacen . Amen

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